14 junio 2011

al salir de la biblioteca tuve que pasar por el bajo donde siempre me da la impresión de que se cocinan lentejas. estaban las toallas colgadas, y olían de maravilla a vainilla o un olor sintético que no puedo identificar. tuve un enorme impulso de arrancar una, llegar a mi casa y envolver en ella mi propio cadáver, pero seguí para adelante. al darle al peaton pulse del semáforo, no venía ningún coche mientras esperaba, y me sentí ridícula. pensé lo que simpre pienso: tengo que esperar a que se ponga en verde aunque me esté tostando del calor, porque si no, pasarán los coches, se tendrán que parar, nadie cruzará y quizá en alguno de esos coches, vaya algún hombre con prisas en llegar a casa, desnudar a su mujer y embarazarla, por ejemplo, y quizá ese hijo pueda ser un futuro político noble y no puedo intervenir así en el ciclo natural de la vida. esperé, crucé cuando estaba en verde, pero como el tramo era corto y duraba demasiado el verde, tuve que ir demasiado despacio, para no dejarme llevar por la lentitud del tiempo, no arrastrarme tan fácilmente por esa marea de inquietud interior que me carcomía por dentro. llegué a casa y pensé. pensé. pensé y sigo pensando. mi corazón está en formol. fermentando telarañas. en alguna esquina de esta habitación que se cae a pedazos cada vez que estornudo. no quiero perder más el tiempo. descamarme a este ritmo tan acelerado me provoca ya arcadas. quiero volver a ser. hola, yo, bienvenido nuevamente.

3 comentarios:

Eu. dijo...

Bienvenido, amiga!

despojada. dijo...

quiero verte renacer entre la basura.

cielo ruidoso. dijo...

muérete y fabrícame una mariposa ( muerta)