23 febrero 2011

Tengo un gran cansancio acumulado en las retinas. Si se observaran con una lupa, desde cerca, podrían verse pequeños acúmulos de polvo, y venas a punto de estallar a carcajadas. Parecería un mapa dibujado con insomnio, y ríos trazados con sucedáneo de pintura. Podríamos hacer un safari juntos por estas arenas movedizas de las pupilas. Pero hay cactus, y me dolerán las piernas. Estoy hilando mis actos con el peso de las horas encorvándonos la espalda. Café, café, café. Café. Sigo aquí, desnuda y con hormigueos en los pies y pechos, pero no creo que se aleje mucho mi situación de la del mundo de fuera. Al fin y al cabo bajo todas esas farolas, luces innecesarias de alumbrado público, coches que escupen prisas, ruedas que aplastan cadáveres asfaltados, está la misma materia sucia y amorfa que hay en mí y en todos. No hay mucha diferencia entre este sueño y el vómito pegajoso que ahora hay bajo mi ventana. Aquél lo hizo, lo supo, se sentiría mejor, y ahora flotan en esos grumos de migas de pan de media tarde con alcohol, mis propias arcadas. Pero calma, todo se pasará, quizás en un par de horas haya otro viéndome vomitar las ganas de mundo y el alcohol y las prisas y el sueño.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo quiero verte vomitar un orgasmo floreal. El resto del mundo puede esperar, o bien seguir en su conventillo de falsas ilusiones.

Sigues siendo una grande en las letras. Qué envidia no ser tú, o no estár en ti, o no ser parte de tu cotidianidad.

cielo ruidoso. dijo...

yo no quiero que el mundo sea rosa.
sólo que me gusta lo que leo.
fin.

cielo ruidoso. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
cielo ruidoso. dijo...

aceptas a la nada por esposa? llena de vacíos, siempre.

Eu. dijo...

por lo menos, ay alogo bueno: el cafe. >:D<