Anoche volví a encontrármela. Estaba otra vez en el mismo bosque, al borde del precipicio, buscando debajo de las piedras hormigas rojas. Cuando me vio se echó a llorar. Me pidió que le dejara mi vestido para que se secara las lágrimas. Me desnudé y permanecí a su lado, encorvada como un feto a sus pies. Luego me dormí mientras ella tarareaba una extraña melodía que me recordaba a algo lejano.

[...] Esta mañana me he despertado abrazada a su cintura. Estaba lloviendo, y tardé un buen rato en darme cuenta de que aquéllo no era un sueño. Me quedé embobada, observando a esa extraña criatura de pelaje marrón oscuro, y no pude evitar acariciarme el cuello, e ir bajando la mano lentamente hasta llegar a la entrepierna. Siguiendo el mismo ritual que llevaba repitiendo en las últimas noches, cerré los ojos y empecé a gemir. Instantes después, me desperté...Ella ya no seguía a mi lado, en realidad nunca había estado allí. He vuelto a confundirme de mundo. Estoy nuevamente fantaseando, pero...¿cómo demonios ha podido ocurrir? Estoy sola en medio de la nada con la lluvia atravesándome. No...no es cierto, nada de esto es, ¿cómo he dejado de discernir entre la realidad y la fantasía?

Paró de llover. Me encontré atada al tronco de un árbol, al lado de una hoguera y rodeada de hombres desnudos con las costillas salidas, que danzaban y cantaban al unísono en un idioma desconocido. Me van a sacrificar. Mis vísceras servirán como alimento para estas bestias. Cierra los ojos. Esto sí que no puede estar pasando. Ábrelos. Me ha vuelto a pasar.

[...] Y su cuerpo desprende un calor húmedo. Me roza con su enorme miembro y me toca el pelo. De vez en cuando se va, y vuelve con una cesta de moras en las manos. A veces dudo de que exista, pero en seguida ella me recuerda que está a mi lado, y respira en mis oídos con su hocico de terciopelo.

Por una vez, no pienso despertar.