Sábado

La angustia de lo no palpable no deja de dar vueltas alrededor de mi cuerpo desde esta mañana,cuando la locura de lo no deseable se perdió en las esquinas de mi mente.Se mezcla en mí el cóncavo sabor a sábado y la dulce sonoridad del reloj laminando mis pestañas.Los golpes del día deforman la monotonía de mi garganta,mientras el sol va deslizándo su contorno sobre los ruidos de la ciudad.

Mi gata ya ha aprendido a tocar la guitarra,pero se queja porque dice que huele a cítricos.Mi gato esta mañana parecía una morcilla sonriéndo,gritándo que no entiende porqué hay tantas injusticias en el mundo.Mi amiga y yo nos pasamos el día hablando en francés,porque nos da miedo que nos hablen de contaminación.Los libros que se anidan debajo de mi cama me llaman a lamer sus brazos,pero yo me despido de ellos y quiero convertirlos en cacahuetes,porque los sábados son para maquillarse el gaznate y para bailar delante del espejo.

El sábado es dormilón y quiere que me transforme en las sábanas oxidadas del tedio y de pintalabios trazados en los bordes de vasos llenos de leche.Pero hoy yo quiero ser literatura.Porque a mi profesora le gustaría casarse con Lope De Vega y a mi me gustaría tragarme todo los versos de junio.

Una enajenación mental va bailando sobre mi ombligo,porque cada sábado echo de menos los 90 y voy salando la saliva de algún borracho con mis canciones melancólicas.También me balanceo en la rutina dulce de un péndulo arrugado que grita incesantemente sobre mi vientre.Las iglesias están hechas de azúcar,porque quieren dar de comer a las palomas.Las calles rasgan sus ojos alérgicos porque las flores eyaculan su polen sobre sus lomos.Me pica la lengua porque este día sabe a mandarinas y mis pupilas también enrojecen por el esperma floral de los estambres.Mi cuerpo va ondulándose bajo el paladar del sol y absorbiéndo los colores del cielo rosado y lleno de gatos.Me gustan los gatos.También los días de papel.

Me duele la cabeza.

Los sábados huelen a lejía.

Au revoir,madame.