Un cosquilleo carnoso pende de mi ombligo.El sol desgarra los latidos del cielo con la punta de la lengua,difuminándo la espuma de su garganta sobre mi cabeza inclinada.El viento va lamiendo mi esófago hasta alcanzar mi pericardio,balanceándo su médula y abriéndo su puño,golpeteándo mis glóbulos rojos.El suelo es de goma,y mi cuerpo va deformándose bajo la elasticidad del letal día.El calor vaga sobre mis costillas,saboreándo la vida de mi cuerpo y penetrando en mi vientre con delicadas vibraciones.
El profesor de francés no para de contarnos mitos y leyendas.Una esquizofrénica se desnuda mientras unos pintores pintan sus pechos caídos,y unos niños se burlan de mi pelo,porque parece una falda abriéndose al infinito.Teresa no deja de tomar pastillas,como si fueran bombones,mientras sonríe mecánicamente,gozando del amargo sabor del espeso medicamento.Un sombrero agujereado se acerca a mí,encorvándo sus huesos hasta alcanzar mis pies,subiéndo famélicamente sobre mi piel,hasta posarse sobre mi cabeza de acero.El sol está tragando todos los labios que se encuentra debajo de sus manos,probando el dúctil tacto de su exterior.Natalia no para de tocar el acordeón mientras unas gitanas abren sus bocas para comer unas moscas plateadas que vomitan el calor por sus alas.La música del verano tizna de amarillo el ilimitado sueño vespertino de mis versos,y el ruidoso arco iris que palpita debajo de mis pies se ríe de la inestabilidad de mis movimientos grotescos.
Voy pintando con los colores de las palabras unas hormigas que bailan levemente alrededor de una flema amarillenta.Me levanto del duro suelo para abrazar el pulposo porvenir de unos coches que berrean al vislumbrar los carteles fucsia de un prostíbulo.Habrá días en los que deje de maquillar las aceras con mi saliva,porque Teresa tendrá una intoxicación,y Natalia morirá de agotamiento debajo del acordeón bronceado.
Mi cuerpo baila.El día es plástico.Un hervor regurgita delante del sol,un olor roza la torpeza de mis pies.Detesto la palabra boca.El viento ha muerto.No habrá más pasteles sin miel.Unas naranjas se desnudan delante mía sensualmente,llamándo a mi paladar con eróticos movimientos.Voy a comer el olor a naranja.
Detesto que digan que el mes de junio sabe a petróleo.O que la vida es una sorpresa.
Mentirosos.
4 comentarios:
Lo siento chica, no quiero molestarte, pero Leerte es agotador: En cada esquina de tus frases colocas a un amenazante enigma que, entre burlas, me ofrece una camisa de fuerza que huele a fresas. No sé cuantos sudokus tendré que hacer, ni si lograré con ellos esa concentración requerida por tus dictatoriales palabras, pero seguiré atacándolas con mi entrecejo arrugado.
Un saludo.
A mí me gustan los tomates.
Las corridas de toros son una tortura.
No digas que no,por favor.
Saludos,mi hitleriana favorita.
Son "dictatoriales" porque ejercen sobre mí unos "poderes" extraordinarios, como los dictadores sobre su población...lo verás, si miras:
Me "DICTAN" un camino de libertad que huele al "Campo de Fresas" de Lennon, que está en Central Park y que consideraba su pedacito de creatividad y de libertad. Ahora en él pone "IMAGINE". Esta "IMPOSICION" es una locura para una bestia como yo, pero chica, tus palabras "SOMETEN" mi cordura y tus escritos "CAUTIVAN" mi juicio y toda mi atención, "PROHIBIENDOME" dar replica a tus "MANDATOS" de libertad. ¿Por eso te odio?, no me lo creo ni yo. No quería halagarte vanalmente y quizá fuí demasiado críptica.
¿Tú pillas las ironias?... para los que no "lo capten", es simplemente que me encantó leerte y únicamente quiero expresar que admiraba originalidad y tu pedacito de libertad y de creatividad, tu campito de fresas, que en mi vida volveré a profanar.
Un cariñoso saludo Perra Rabiosa, tengo que huir de la hoguera, estudia poco y aprueba todo.
A lo mejor llamarlas dicatoriales es demasiado extremo.También lo es por mi parte pensar que me odies porque no me gusten las corridas de toros.Lo sé,tal vez soy demasiado exagerada.Yo tampoco te puedo odiar por ello.No sé,no consigo hacerlo,por mucho que me empeñe,no puedo.Además,como ya te dije,tampoco soy quien para juzgarte.Sólo lo hago en cuanto a tu gozo injustificable con el sufrimiento de un animal.Que por no estar de acuerdo conmigo en cuanto a la defensa de los animales,no te voy a odiar.Sólamente me da rabia pensar que hay gente que disfruta mientras un animal sufre.No sé,es algo que yo aún no entiendo.Quizás nunca sea capaz de asimiliarlo,siempre quedarán los pequeños enigmas de la vida.Pero no te odio por ello,ni mucho menos.Simplemente siento lástima y dolor al saber que hay un animal que sufre.Y claro,también rabia.No sé,amo todo animal,por eso los defiendo tanto,y siento un profundo dolor en mi cuerpo al verlos,y me hacen llorar.
No hace falta que tengas que huir de la hoguera,no habrá fuego.
Es el corazón el que ensancha el pequeño espíritu del ser humano.
Desde luego que algunos no lo tienen,pero Sonia,me agrada saber que no todo es así,aunque el mundo sea una máquina autodestructiva.
Saludos,me invaden los mosquitos,buenas noches.
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