18 enero 2020

noruega

es verdad que la tristeza se puede dejar como una maleta olvidada en el lugar que uno deja atrás. llevo dos semanas ya viviendo en noruega y me siento bien, como si una brisa hubiera arrastrado toda la tristeza y el vacío que sentía antes de venirme aquí. el tiempo transcurre de otra manera, el mundo es de otra manera, mi vida transcurre de otra manera. miro el campanario de la iglesia que veo desde mi ventana y el cielo de oslo que pronto estará oscuro, porque estamos en invierno y este no es el invierno de madrid, aunque me siento bien. desde antes de ayer llueve y me gusta mirar la acumulación de las gotas en las baldosas de mi balcón. son como bolsas de mar abiertas en una ciudad tranquila.
me gusta ver los pájaros que se posan en las ramas del árbol que tengo frente a mi balcón y ver el reflejo del sol que amanece tarde, a las 9, que acaricia sus alas. me relaja y me hace sentir bien. la quietud se ha apoderado de cada parte de mí y aunque los problemas del día a día existen como para cualquier persona, es cierto que ahora todo lo vivo de otra manera. cuando salí del aeropuerto esa tarde oscura del 3 de enero, empezó a nevar y sentí una gran paz, era como recordar la nieve de mi infancia. no volvió a nevar en oslo, aunque seguramente pronto veré nieve. recuerdo que cuando salí del aeropuerto fue como si dejara atrás un saco enorme que cargaba a mi espalda y me hacía arrastrar un gran sufrimiento, como una losa pesada que me seguía desde hacía tiempo.
antes de irme la angustia estaba a punto de estrangularme del todo. sentía frustración como tantos jóvenes formados en la universidad con años de estudio, encadenando contratos y esperando llamadas de trabajo en casa de sus padres, sin ninguna perspectiva más allá de ese propio día. mi sueño más a corto plazo era independizarme antes de cumplir los 30 años y ahora, a 9 días de pasar de tener un 2 como dígito de mi edad a tener un 3, siento que por fin he podido cumplir ese sueño que más apremiaba cumplirse. extraño a mis gatos y hablo con mi familia a diario gracias a los avances tecnológicos. pero no extraño nada más. 
y es que es una etapa más. ya emigré una vez a los 12 años, desde rumanía a españa, siendo una niña todavía y por segunda vez he vuelto a emigrar, siendo ya una mujer, a los 29 años, esta vez desde españa a noruega. recuerdo que hace un año y medio estaba desesperada porque iba a emigrar a francia y finalmente no fui porque en el fondo las condiciones laborales no iban a mejorar. recuerdo las protestas contra macron, la quema de parís y otro sueño roto más cuando supe que mi profesión era peor valorada y pagada en francia, y entonces llegó una fractura más en mis planes de vida. después todo siguió igual, mi vida sin ninguna expectativa más que pasar un día más en el mismo lugar en el cual llevaba viviendo desde que llegué de rumanía.
en noviembre de 2018 me fui a portugal a estudiar y ahí es donde encontré mi hogar. siento hacia el algarve un sentimiento que solo puedo comparar con aquél que tengo cuando recuerdo mi infancia, el sabor a pan recién horneado, mis primeros libros, el biberón de leche que chupaba algún gatito con los ojos aún sin abrir que cuidábamos las niñas en nuestra particular guardería de animales. el algarve me enseñó a sentir que es verdad que la felicidad está en las pequeñas cosas, como contemplar el atardecer cayendo sobre las olas del océano, o una fila de hormigas recogiendo alimentos, haciéndome permanecer curvada durante media hora mirando cómo entran en el hormiguero mientras que otras salen al mismo tiempo. viví ahí durante 5 meses y me ayudó a cambiar, a tomar la decisión de irme de españa y dejar atrás esa congelación de mi vida mientras el tiempo seguía y yo engrosaba la fila de tantos jóvenes en paro con sueños rotos. 
todo me parece bien, y ni siquiera me parece extraño. españa fue mi hogar y siempre será una parte de mí, pero no es un sitio donde quisiera volver. fue otra etapa más, la que junto a mi infancia en rumanía, me hizo ser lo que soy. se abre otra etapa y aunque mi sueño es estar en mi hogar, que es el algarve, en portugal, el sitio que más amo, de momento esto es algo que me gusta. la semana que viene me mudaré de oslo a otra ciudad o pueblo y no me importa donde sea. todo sigue siendo estabilidad y quietud aquí, en noruega.
ha dejado de llover y ahora hay una neblina. me gusta el olor de fuera. huele a paz y a tranquilidad. he salido a la terraza y una gran gota se ha estrellado sobre mi frente. me siento bien.