08 septiembre 2018

a veces pienso: han pasado 10 años. ¿10 años desde qué? desde que tenía 18 años. esto no significa nada: sólo es la conciencia del tiempo, la cuerda de alambre que me roza la tráquea. a veces quisiera que un parpadeo durase diez años, pero al final ocurre al revés, y esos diez años pasan en un parpadeo. no, no es la tristeza, es la percepción de una pérdida. no me arrepiento de ser como soy y no ser quien era hace 10 años, pero sí echo de menos algo de ingenuidad. creo que en 10 años, el mundo externo se encarga de destruir cualquier ápice de inocencia y el interno, de pulir esa carne para darle la forma de una roca en el desierto. 
no puedo decir que sea una vieja, pero incluso esos rasgos físicos que ya no son, lógicamente, los de hace 10 años, me parecen un martilleo constante. la mirada en el espejo es un galope más del tiempo, en este caso, un bofetón en el rostro. todos pasamos por ese aro metálico, el problema es estancarse ahí y observar detenidamente cómo lacera. sí, la vida pasa para todos, pero eso no consuela. esos ancianos de hoy ayer fueron jóvenes y los jóvenes de hoy serán como esos ancianos. pero es cierto que al final la simplicidad del ''carpe diem'' encierra más que mil frases sobre la vida. vivir, vivir y aprovechar el momento.
siempre he detestado a esos gurús de auto-ayuda, a los paulos coelhos que van por la vida predicando el amor propio en un contexto de vida libre de las ataduras del mundo externo; siempre me ha parecido una estupidez creada por unos estúpidos para unos estúpidos que necesitan oír obviedades porque en su fuero interno algo de aplastante lógica sube la moral y activa el motor que les hace sentirse más inteligentes dentro de su pobre mundo interior. y a veces he pensado, ¿realmente esta gente es más feliz dentro de ese ridículo? creo que no, que es una mentira dentro del modo de vivir que tiene la mayor parte de las personas: la fachada ante los demás y peor aún, ante sí mismos. al final, horacio fue mucho más inteligente que todos esos oradores de hoy día con sus adornos ridículos modernistas que intentan llenar el vacío que deja precisamente aquéllo de lo que reniegan.
son frecuentes los días en los que pienso: han pasado 10 años. claro que no soy la misma persona, y probablemente en 10 años seré diferente a como soy ahora, pero me alegra seguir manteniendo algo de niña dentro de mí. lo siento así y lo ven los de mi alrededor. me alegra y creo que ese algo no morirá. siempre tendré una niña dentro de mí, siempre seré algo de niña. por lo demás, hace 10 años aspiraba a otras cosas totalmente diferentes a las que aspiro hoy. y creo que en 10 años no aspiraré a algo más diferente a lo que aspiro hoy: vivir tranquila con luca en el campo, trabajar cada uno de lo nuestro, ganar suficiente para tener un gran terreno donde alojar animales rescatados de granjas industriales u otras formas de maltrato, cultivar mis hortalizas y viajar. esa es la vida a la que aspiro, esa es mi felicidad. creo que hace diez años no quería nada de esto; puede que viajar sí, pero nada de lo demás. yo era un caos tremendo, lo quería todo y no quería nada. la inconstancia estaba instalada entre mis vértebras. ahora, a pesar del caos perpetuo e incapaz todavía de centrarme en el carpe diem y viviendo con esa idea obsesiva del paso del tiempo casi a diario, al menos tengo clara la idea de lo que me hace feliz: trabajar de lo que he estudiado, la tranquilidad de la vida en el campo, cuidar animales y viajar mucho. 
jamás tendré hijos y tengo la suerte de estar con alguien que tampoco los quiere tener. todavía escucho a algunas personas más mayores que yo y con hijos que me dicen ''ya cambiarás de idea y acabarás teniendo hijos''. nunca he querido tenerlos y conociéndome sé que nunca cambiaré de idea. y no critico a las mujeres que son madres, ya que cada uno hace lo que quiere con su cuerpo y su vida, pero sí detesto esa obsesión retrógrada que todavía impera en ciertos cerebros para los cuales una mujer no se realiza si no es madre. creo que mis dos mayores realizaciones en la vida serían ayudar a muchos, muchos animales y acabar uno de los tantos libros que empecé a escribir. no creo que sea menos por ello ni creo que vaya a tener una vida llena de penurias morales y remordimientos por no haber tenido hijos que a mi juicio conllevan una pérdida total de libertad y del yo más íntimo.
por lo demás, algo de tiempo ha pasado mientras he escrito esto. puede que en 10 años lea esto y sienta algo diferente a lo que siento hoy. o puede que no.