18 agosto 2018

a veces me regaño mientras la rabia se infla bajo mis venas como un velero mal dirigido. me digo, basta, no es nada bueno, no cambiaré el mundo. por ello, he ido dejando la costumbre de leer las noticias varias veces al día y es como limpiar una úlcera poco a poco, quitando la placa necrótica lentamente y viendo cómo va apareciendo epitelio nuevo. no estoy desinformada (y por mi idiosincrasia, nunca podré estar en la inopia), pero prefiero disminuir el caudal de la gota china que perfora el cráneo con el dolor mundano y que inevitablemente formará un agujero inmenso en medio de un torbellino en perpetuo movimiento. prefiero ver y oír menos, y cuando noto que lo vivo demasiado, que me empiezo a enfadar con la estupidez humana reiterada reflejada sobretodo en la política (mi predilección en las noticias y mi perdición), en ese momento, cuando el enfado supera el límite que ya conozco de sobra a partir del cual ni el fruto de las dos mayores obscenidades copulando se asemeja a lo que sale por mi boca, entonces es cuando paro. no puedo, hay algo que no puedo. no soy capaz de mantenerme ajena, no soy capaz de mantenerme fuera del todo, y hay determinados temas que sencillamente acuchillan mis pupilas y tímpanos y exploto de rabia.
y es verdad, cuando leo las noticias con más medida, la rabia no se va, pero sí hay algo más de calma, una isla de hielo flotando en un mar hirviendo. y de golpe, solo queda lo interno: contemplo lo de afuera pero desde la superficie, sin intentar ahondar, y es entonces cuando noto la diferencia.
hay además en mí una inclinación obsesiva por la historia más aborrecible del ser humano: crímenes de guerras ya olvidadas, desapariciones y asesinatos frutos de monstruos y un largo etcétera, que no sé a qué es debido. por ejemplo, a veces he llegado a estar horas leyendo sobre dictaduras de latinoamérica (algo que me fascina por el horrible y perverso modo en el que fue orquestada en gran parte de los países) y de repente, tengo que parar. me enfado, grito por dentro, lloro de rabia y frustración, y siento que es porque la historia se ha repetido de manera similar y no ha habido el castigo que debía haber habido.
vivo con una intensidad insana la política y la estupidez humana, que van siempre de la mano. cuando veo, por ejemplo, que en españa han estado gobernando durante ocho años unos ladrones con hedor a franquismo que incluso ahora volverían a ganar las elecciones, algo se eriza bajo los poros de mi piel: incredulidad, asco y enfado, y sobre todo necesidad de huir, de vivir en el campo, lo más lejos de todo y de todos.
y hay algo que tengo prohibido leer y ver en cualquier medio de comunicación, porque me llega a hacer un daño mental patológico que roza la necesidad de ansiolíticos: noticias sobre el maltrato animal. no quiero, no puedo ver nada, porque puedo decir honestamente y sin que esto signifique que el sufrimiento humano no me importe, que el dolor animal generado por el ser humano es para mí el mayor dolor que he sentido jamás, me atrevería a decir que incluso mayor que mi mal mental.
pero, en fin, escribo esto porque he leído antes unas noticias que me enfadaron, y pienso que...bueno, en realidad, se ha equilibrado algo dentro de mí. acababa de terminar de releer werther de goethe, y tras tanto dramatismo pasional, una dosis de rabia de actualidad ha acabado por compensar la sensación que el libro me había dejado. sensación que por cierto, fue diferente a la dejada la primera vez que lo leí, hace unos cuantos años; como todos los libros que al releer hacen ver a uno lo mucho que ha cambiado. de hecho, juraría que estoy notando más cambios en mí ahora que estoy releyendo libros, que lo que he notado en el espejo.
pero ese es otro tema: tampoco pretendo seguir más este hilo. está bien saber, pero a veces he llegado a envidiar a esas personas que se pasan el día con un movimiento mecánico de deslizar el móvil hacia abajo en busca de nuevas fotos subidas de instagram, o de facebook o no sé, viviendo en una burbuja de ignorancia y puro hedonismo y necesidad de lo inmediato, porque estoy segura de que al menos en el sentido de conocer el horror del mundo, duermen mucho más tranquilos que yo.