12 agosto 2018

es como mirar un reloj
y sentir que chupas un cenicero:
     tu madre nunca fumó mientras comías su placenta, supongo,
pero algo morirá cuando te alumbre
como una calada mal expulsada
en uno de esos bares que te dices que nunca volverás.

pero

- nunca conté mientras doy ese beso
 que me enrosca su lengua a mi garganta cual serpiente sucia:
 cuando nací,
la matrona dijo: muerta,
y ahí estaba coleteando
 como un pez que respiró como si solo hubiera arena alrededor,
 y entonces mi padre lloró, mi madre petrificó,
APGAR 1 según recuerdo: ya estaba luchando
contra la tormenta de flechas
que se dispararían a posteriori en mi útero
como si fuese yo esa madre que esperara ese duro paritorio,
como si mi propio yo
fuese un embrión de mí misma: la nada.

alguna vez te has preguntado:

¿qué serías si te parieras a ti mismo?
- y no como serías si fueras un ser que se reproduce por bipartición asexual
                 sino:
como tu madre te parió:
como si fueras tú tu propia madre:
¿serías capaz de poner primero el pecho,
o alejarías ese hedor a placenta que todavía quiere ser feto:
la carne elíptica a cual tocar en cada mañana?
¿o tal vez serías aquella garganta que grite?
basta ya,
quiero este
ser
                   en una tripa que nunca se haya preguntado,
por qué estoy aquí oliendo acetona
   para no ser.

es como mirar un reloj
y sentir que chupas un cenicero:
¿por qué no serás tu propia madre
para poder maldecir en voz alta, a cada instante,
el momento en cual algo te hizo ser, como si nada?

     pero miras las horas, como imbécil:

olvidas lo escrito,
lloras lo ya llorado,
te ríes como imbécil
como si nada hubiera pasado.  

morfeo ronca en mi cama,

yo veo y respiro la nada,
en realidad, es como si no hubiera pasado nada:
lees por vez tercera la extraña muerte de ivan ilich
(nada ya extraña)
y te preguntas,
si acaso esto que escribes sirve para algo,
 (cuando te das cuenta que llevas un rato,
y tienes hipo y aguantas esa respiración y para nada).

sigues, y una célula más muere

 de tu trozo de cuerpo que siempre se cree eterno,

aunque lo que más me preocupa sea, francamente, la cara:
si te miras fijamente y aprecias que han pasado diez años,
comprendes que algo se fue: nada extraño.

el reloj sigue pasando,

y
bla bla bla: ya sabes lo que hay,
yo voy a cambiar la arena de mis gatos.