10 octubre 2017

siempre soñé con no mirar atrás
seguir tras la cortina de mis sueños.
siempre soñé con caminar sobre inviernos
entre pétalos anacarados de dulce escarcha.
pero siempre hay un disparo en mi nuca,
siempre hay una mano agarrándome del cuello,
ese crepúsculo que siempre acecha levantando la ceniza de mi alma.
siempre hay un llanto inoportuno en plena noche,
siempre un despertar de horror y hambre.
             la neurobiología es un asunto intrincado,
realmente hay un problema funcional ahí, en mi cerebro.
es cierto que si me hicieran una RMf, SPECT, MEG blabla
algo encontrarían, hoja marchita, jardín explosivo...
blaaaaabllaaaaa
MAÑANA SERÁ IGUALMENTE MARTES.
BUENO, EN REALIDAD YA ES MARTES PORQUE HAN PASADO MÁS DE LAS DOCE DE LA NOCHE.
LAMES RELOJES ESPERANDO SEDUCIR UN REFLEJO OSCURO.

la vida se agota poco a poco

como un gotero a punto de acabar
justo en el momento que una clama la última gota
sedienta bajo el árbol de la eterna espera
y el cráneo necesita un proyectil brutal
 de destrucción masiva.
quisiera poder llorar
sin las espuelas del tiempo en mis mejillas.
quisiera poder gritar sin voz y sin garganta
quisiera poder decir que la tierra es la sed eterna de soñadores,
quisiera poder gritar que nada ya importa.
PERO NO PUEDO.

la noche se asoma con sus dientes de hierro.

quisiera notar la sangre brotar 
tras ser mordida por ella en un muslo,
que nazca un rojo manantial de mis carnes
y pueda decir que la lágrima de mi sueño
podrá soñar con no mirar atrás
más allá de la cortina del sueño
porque 
nada importa si algún día todos morimos.
si la vida no es más que un absurdo que nos hace soñar
mientras la muerte y el dolor nos escupen fuera del mundo,
o más bien nos adentran más en el,
pues no es más el mundo que una flema dolorosa,
un sucio disparo en un pulmón desecho,
reflejo nauseabundo de la vida mundana,
reflejo de aquéllo que nos ha tocado ser.

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