08 julio 2013

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El autoengaño ha sido para mí el arma homicida con el que me he ido cavando mi propio agujero. Una vez caído en él, una vez sondeado el abismo del infierno mental, del horror y de la desesperación dentro de la vacuidad que me produjo lo que no deja de ser una persona que no me quiere y para la cual soy nula, una vez arrastrada en la vorágine de la locura y del asesinato al amor propio, los únicos caminos que puedo tomar son el olvido o la locura, la muerte en el anonimato, arrojar mi vida entera por la borda por un insignificante ser cuya estima por mí es inexistente. Y una vez aceptado el camino del olvido, que es el que quiero tomar, obligándome una y otra vez a ello, una vez aceptada la situación, significa que el autoengaño desaparece y con ello ese colchón de tranquilidad sobre el cual posaba mis sueños para que no fuesen pesadillas. Ahora las pesadillas están ahí, porque la realidad se me muestra tal como es, no como yo la dibujaba para engañarme y no sufrir. Ahora que sufro, como tiene que ser, la decepción suprema de mi vida, pienso en mi vida y pienso en mí, pienso en la estima ajena hacia mí y en la propia estima hacia mí misma. En el futuro a construir, en quererme, pues no es él quien tiene que condenarme a una vida de enajenación mental, ni él ni nadie, nadie, absolutamente nadie me puede destruir. Si esto ha servido para empezar por fin a quererme, para dejar de depender de los demás y hacerme tan fuerte que no decida saltar por el balcón de la desesperación sino enfrentarme al tiempo, entonces me alegro de que haya pasado. Porque decido esperar paciente que la tristeza, intercalada de alegría, desaparezca, que la calma se asiente. Y ese es el camino que he elegido, que he querido elegir yo esta vez, no por nadie. Ya no vivo por complacer a nadie, ya no siento que no me mato para no hacer sufrir. Siento que no me mato porque no quiero, porque quiero vivir, porque amo mi vida ahora a pesar de todo, y amando mi vida, podré amarme a mí y a todos los demás, porque este sosiego al cual he llegado rozando el límite de la locura, me ayuda a seguir, y sé que algún día, el olvido llegará.