07 mayo 2013

ligero como una brisa de primavera que nunca llega. la sensación de soledad cuando estás acompañado, el cielo ya oscuro y la noche que no quiere posarse sobre nadie, porque es lasciva, egoísta, sádica. los ojos quieren llorar, aunque no haya por qué llorar: precisamente eso me hace llorar, llorar sin consuelo, también sin desconsuelo, llorar por llorar y ni siquiera poder llorar del todo, porque algo aprieta en los ojos, en las manos, una especie de gusano con tenazas sobre su piel que constriñe mis huesos. ¿qué hacer? seguir en la vorágine, no descansar más que una noche, y seguir, al día siguiente, como si nunca hubiese habido noche, como si todo hubiese sido un sueño soñado por nadie.