18 mayo 2012

estoy de buen humor.

I. 

prostituyo un poco mi vida
cuando me arrastro entre estas letras.
no me importa
perder mi coraza,
si a cambio
un buen cliente me recompensa con nada.

me desnudo un poco a través de estas letras.
tiro mi ropa a una farola fálica,
fingiendo un ritual de pudor que nunca tuve.
eviscero mi ser unos instantes:
señores clientes,
pueden ustedes insertar su bisturí en este cuerpo
para abrir la anatomía de mi intimidad
y examinarla a fondo.

no pierdan el tiempo,
sólo encontrarán sedimentos.
usen los mejores microscopios,
y no verán más que estiércol y caracoles
que babean sobre una tabla de madera.

estas mis letras
son sanguijuelas que succionan miembros ajenos,
brazos que se unen a los míos,
piernas que se adelantan a mis pasos.

mírenme, esta soy:
palabras que huyen de la cirugía masiva,
de los implantes lingüísticos de silicona verbal.
cuerpo que se mira a un espejo
y el reflejo esto es: versos de verborrea crónica.

esa soy:
absurda definición de manual,
patología crónica de ciertos síntomas inevitables.

podría ser un cromo,
un álbum de fotos retocadas,
pero me quedo en esta pornografía vulgar
de pechos encogidos por el frío.





II. 

no tengo nada más que decir:
destaco que llevo bragas de abuela,
que me estoy humanizando a base de café.
a nadie le importa, ni tan siquiera a mí misma.

me sube la tensión arterial oír al ministro de educación.
quizás sea medio perversa,
pero me imagino su cabellera en una estaca
junto a todos los demás gobernantes,
como un trofeo de caza de indios americanos.