23 noviembre 2011

Unas gotas de agua con patas se deslizan por la pantalla del ordenador. Hoy no ha llovido, pero aquí, en la pared de enfrente, se ha formado una nube parecida a un montón de algodón, y por ahí se han escapado un par de gotas. La mayoría han desarrollado patas y se han ido hasta la planta de la esquina, arrastrando sus diminutos pies hasta la maceta, y llegados ahí, se han lanzado a la tierra como si fuera una piscina. Pero una gota se ha quedado dormitando atrás, y ahora, no sé cómo, ha aparecido en la pantalla. Mientras escribo esto, la miro, y la veo tan bonita: me da pena deformarla con el dedo, aunque me imagino cómo será cuando la yema del dedo haga presión sobre su redonda superficie. Al final, parecerá como si el ordenador llorara, y las cosas habrán adquirido su vida, y más nubes se formarán y será ya jueves y no me acordaré de esto.