08 noviembre 2010

Insomnio

La luz de la lámpara desciende por mi mano.
La sombra amarga de mis dedos
se desploma sobre el papel
como una pesada carga de plomo.
¡Triste creación mía!
Engendro monstruos en la noche
que bailan enredados sobre la blanca losa.
¡Lúgubre inspiración!
Ojalá al amanecer no pueda abrir los ojos
para no ver la danza enferma de este nocturno espasmo.
Tengo tanto miedo de abrir las pestañas
y encontrarme jirones de cantos absurdos
chorreando por la ventana.
¡Demonios del más allá!
Acudid a mi socorro, soy vuestra bestia,
arrancadme de estas palabras secas,
llevadme lejos de estos versos podridos, purulentos,
sedientos de sepulturas.
Que no me entierren mis propios versos,
que no me mate mi propia locura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Acompáñame entonces a donde ya no quede nada que decir, a donde sea innecasario expresarse a través de agonizantes palabras, incapaces de expresar con el vigor enfermo del dolor lo que realmente se siente. Déjate devorar por la locura y déjame acompañarte.
Kröger