06 septiembre 2010

la taza del cafe yace vacia.
aviones de papel ensordecen con su motor oxidado
el viento y la estacion caida en mis rodillas
(carezco ahora de toda dimension espacio-temporal).
voy a poner a hervir mi desesperacion,
condimentarla si acaso con el frio brebaje de mis recuerdos
y sorberla, despacio, en ayunas.

-pero yo quiero cafe y tabaco,
no un sucedaneo ni una copia en vano.

sobrevivi a tiempo para volver a sentir despues lo mismo.
una y otra vez, todo caduca y se renueva bajo la misma piel,
pero nadie es consciente de ello.
sera que vivimos en un estado de carencia absoluta,
inercia perfecta ante el sufrir proprio.

metamorfosis.
quizas tu tambies seas de otra especie desconocida,
y no seamos tan unicos en nuestra soledad,
y no estemos tan solos en nuestras propias carnes,
y del cafe de la esquina emerjan otros sonidos
aterciopelados
amargos
acidulados
cual arcos de columnas en medio de una selva cosmopolita,
y esa misma sinfonia se repita en otra taza
a otros cientos o miles de kilometros,
cubierta de la blanca espuma del liquido vacuno
extraido con aparatos metalicos de las ubres blandas de esas pobres esclavas
del capital
del hambre humana de imparable destruccion en lo ajeno.

no quiero desviarme
-no quiero y no lo hago-
pero mi lengua se independizara pronto de mi
si no la recubro en la espesa crema afrodisiaca de mis sentidos,
y entonces otro sueno
otra esperanza baldia,
crecera de mis timpanos como jardin de laberintos,
y vendre a mezclarme
a otros cientos (o miles) de kilometros,
con otra sinfonia esencia melodia triste
que intenta nadar en ese vertigo viscoso
de cafe
o sucedaneo
o desesperacion
o todo y nada a la vez.