31 julio 2009


no tienes ni idea de quien eres.

alice, espérame por favor, quisiera que nos fuéramos juntas, pero si tú te vas sin mí, es como si no te hubieras ido, y si yo me quedo sin ti, es como si no me hubiera quedado. no puedo estar sin ti, porque me necesito, y tú no puedes estar sin mí, porque te necesitas.

no tengo ni idea de quien soy.

vayámonos juntas, cógeme de la mano, el bosque se abre delante nuestra y no sé qué puede haber ahí. temo que las ramas de los árboles se incrusten en nuestro pelo y construyan un puente entre nuestras melenas que comunique mis ideas con las tuyas: se enredarán nuestras ideas, escindidas en infinitos ríos arteriales que nos llenará el cuerpo de pensamientos borrosos, unos tuyos, pequeña alice, otros de mi consciencia pálida y frágil. huirán las ideas como torrentes que desembocarán en alguna nada, jamás sabremos hacia dónde. los cuervos nocturnos se ramifican en nuestra cabellera como frutos purulentos de nuestro juicio final. dios nunca estará presente, cayó en el precipicio del olvido. el delirio está al acecho, en cualquier momento nos podemos fundir la una en la otra, yo en ti que eres yo y tú en mí que soy tú. abandóname de repente. llévate también tu sombra. yo quiero dejarte por siempre, quiero ser sin ti, alice, desvarío mío. hay una puerta en la corteza de aquél árbol, entremos ahí alice, aunque nada sepamos, pero no importa. el riesgo es la corriente que baña nuestras cabezas aletargadas, vagones esféricos guiados por la misma locomotora cáustica: la piedra angular que esculpe los valles deformes de la nuestra o sea mía percepción.

mi realidad es en tu cabeza tu ficción.

mi ficción es en tu cabeza tu realidad.

alice, mi espiral interna, sal trotando con tus feroces pánicos. tú eres la furia innata que no logro disipar. eres en mí una pequeña fisura, una grieta que deja salir los monstruos que voy pariendo mientras me invade el descontrol. me fecundan los dolores, copulo con el vacío inmundo que hay dentro de mí y entonces aparecen esas bestias, esos dolores que me roen desde el interior. vete, alice, vete, mi yo dolido.

aún hueles a óleo, alice, ¿cómo has logrado salir de tu cuadro? maldita seas, te había encerrado en ese museo de la autoestima mutilada, pero saliste de ahí. te había disfrazado de pintura, te había convertido en el relieve enfermizo que llenaba mis miserias. ¿quién te sacó con su pincel maldito? fue mi desesperación, mi hastío de soledad. pero alice, me has hecho enfadar, sepultaste mi paciencia en sus pozos sin fondo, ahora no me queda más remedios que ser tú, alice, mi yo delirante, para acabar contigo.

habla la rabia que hay en mí, una máquina de escribir que tiene por letras tus huesos ya casi esfumados. soy alice, la tumba en la que intentaste enterrar tus fracasos, pero ahora estoy aquí, no pudiste refugiarte entre mis lápidas construidas con tus frustraciones. soy la que toca tus huesos querida, tipografía mía inútil, máquina mía de escribir que sólo engendra mediocridad. alice no está muerta, pero tú sí por ahora, lo cual significa que contigo lo mediocre murió, me desprendí de ese lastre, y ahora soy yo en todo mi esplendor. la inspiración es mi razón de ser. ahora el devenir queda reducido a esa dimensión demencial, a esa realidad sin proporción alguna donde la geometría que me compone es caos y locura. ahora, la tibia envoltura placentaria que protege mi esa otra realidad embrionaria que acabo de crear, quedará reducida a una áspera piel que recubrirá la enorme criatura enferma que me rodea como una burbuja devoradora. por eso, tú te quedarás en ese árbol del bosque sola y nadie más sabrá de ti. y cerraré bien la puerta para que no vuelvas a aparecer por aquí, y así, mi realidad ya será una constante explosión espontánea de ese dolor agresivo que a cada instante se alimenta de mí.

pero ese dolor me hace escribir

y estaré sin ti, pero no te necesitaré
y estarás sin mi, pero me necesitarás