13 julio 2009

segundo movimiento

esta mi cabeza es una peonza que tiene el centro gravitatorio en la cúspide del delirio.
no entiendo quién orquesta mis ideas cuando no soy yo aunque sé que no puede ser nadie si no soy yo, pero en este momento siento que las dirige beethoven mientras oigo molto vivace lo único perfecto en este mundo, lo más dulce que mis tímpanos jamás palparon, es una belleza mórbida que me seduce y me transporta al edén que nunca nadie podrá conocer.
es la vida comprimida en una sinfonía, la divinidad como un eco de marea, el apogeo sensorial, la culminación de todos mis espasmos. no me importaría morir en cuanto acabe, pues ya habría alcanzado todo el esplendor, tan vehementemente, al escucharla.

ya se disipa la melodía, y el mundo imperfecto parece nada a su lado.
yo siento que me abandonan las erosiones de mi mente y entonces las circunvoluciones defectuosas de la noche las reemplazan.

ya la oscuridad es este fango que vierte sobre nuestro lecho la inquietud del sueño.
bostezo y enfermo de vida, benditas sean las estaciones que se han congelado en mis pulmones como estalactitas de recuerdo.
te espero oh pérfida sombra mía que tú también seas otra cosa y que te quedes sin tu sombra para tenerme a mí como tu sombra, las dos sombras recíprocas que nos arropemos la una a la otra.
mañana en cuanto amanezca se disiparán los miedos envueltos por el rocío del alba.
nunca sabré si me podré encontrar algo más allá de esto: entonces pienso en la muerte, y se me hace algo pasajero, y la vida es algo demasiado eterno porque la siento y por sentir ya soy eterna. aunque en realidad, lo eterno es la muerte, y nada es esta vida.

y el instante este es la flor de mi alma:

motor neurológico,
fragmento narcótico,
color soporífero.

y esta flor es la luz de las entrañas ruidosas del atardecer, que ya se apaga, lentamente.

oh bendita sinfonía que vuelves de nuevo a mí llévame contigo hacia tu paraíso y conviérteme en uno de tus celestiales cauces, tú que eres pureza en mis oídos y fuente de perennidad en mi boca, eternízate en mí por siempre, y nunca más vuelvas a dejarme.