12 julio 2009

la alegría tiene muchas caras, pero hoy es ebria y multicolor cual arco iris enganchado al cielo con un imperdible. es muy posible que este enjambre de pensamientos a punto de estallar acabe rompiéndose y adornando el telar que las arañas del verano tejieron en mi pecho. tal vez por todo eso me despida diciendo hola, para contrarrestar mi bienvenida, y quizás como consecuencia de esto y lo otro, el día se borre a sí mismo con el pincel del olvido antes de que llegue la noche, y entonces vivamos en un intermedio entre día y noche, y se nos sequen todas las penas colgadas en anzuelos al calor de la hoguera de nuestros años, y quizás, como consecuencia de todas las demás consecuencias que tienen que ser a su vez consecuencias de otras cosas, la alegría deje de tener tantas caras, y adopte una única apariencia, la del día a día, y nos acompañe siempre, hasta el final de nuestra existencia.

vaya, las ancas del reloj galopan deprisa y eso significa que me tengo que ir para abrir las maletas de esas otras cosas que me esperan ansiosas. es un reloj anfibio y yo tengo más velocidad que todos juntos. pero en la esquina de mi calle se reúnen cada domingo, y yo los observo con unos prismáticos, y los veo planear sus tareas para la semana venidera, y escucho cómo conspiran contra la humanidad, buscando un plan para acelerarnos día a día más y más, yendo cada vez más deprisa. pero ya no me importa. malditos relojes, habría que desterrarlos del planeta tierra.