03 abril 2009

poema.

no me importa si a partir de ahora moriré en todas las tristezas
que se encarnan en las paredes, calles, atardeceres,
o muros que rodean los pálpitos del mundo,
o en las comisuras de nuestros corazones estériles,
o en todas las esquinas que bordean nuestros mosaicos de rutina,
porque ya he saboreado ese instante,
esa fracción incorruptible de eternidad
donde convergen todas las cosas que se desbordan
por esa lluvia de enredaderas llamada vida,
que nos alimenta desde su abrevadero de esperanzas,
que nos mata con su terrible historial de fechas postizas,
que nos da y nos quita el aliento de noche
para reemplazarlo por ilusiones baldías
dispuestas a roernos los frágiles huesos,
y las entrañas quebradizas de nuestros sueños,
que riegan bajo la sombra fecunda de nuestra propia sombra
todos los pasos que huyeron de nuestro destino.