20 marzo 2009

soy una lápida que encierra en sí muertes desnudas.
tú eres una lápida que encierra en sí vidas desnudas.
¿qué encerraríamos si nos volviéramos ambas una misma lápida?
supongo que una mezcla de muerte y vida desnudas que se vestirían la una a la otra: tú me vestirías de vida, y yo te vestiría de muerte.

invertiríamos el asunto luego, y tú me vestirías de mi propia muerte con la que antes te había vestido, y yo te vestiría con la vida con la que antes me habías vestido.

tú no eres nadie, locura, sólo un reloj retorcido que me hace funcionar de manera retorcida, también.
yo sí soy algo, un chasquido malsonante, una diáfana nada, una repugnante nada.
pero tú, locura, sólo eres nada y a la vez eres una explosión de muros opacos llenos de enredaderas que van trepando como tanques llenos de guerras inventadas,
reinventadas.

me extasío en esta repugnancia,
me extasío y soy inerte,
me ensordecen los megaherzios que se desprenden de tu garganta,
locura intransigente,
locura que ahora me hace temblar de un placer divino, fingiendo la decadencia.
pero sin embargo tú no tienes voz,
te apoderas de la mía y la usas a tu antojo
como instrumento para que puedas tú escupir las cenizas que tienes guardadas debajo de tu piel,
que son de todos los cadáveres que pasaron por tus manos: mis días.

pero sin embargo,
sin embargo,
sin embargo.
sin embargo hoy dejarás de ser lápida
y te esfumarás como un edificio con tentáculos transparentes
que a cada rato irá estrangulando todas las coreografías de mis pensamientos,
pero esta vez,
de una manera leve, equivocada.
pero esta vez,
sin embargo,
tus cimientos ya no serán mis células,
ni tus células serán mis cimientos.
esta vez,
sin embargo,
tú y yo, locura, nos separamos,
te dejo, te abandono.
pero sin embargo,
sin embargo,
sé que tú seguirás aquí.
lo sé,
lo sé,
sé que seguirás aquí.