10 noviembre 2008

el otro día ví tres gatos en mitad de la calle; dos de ellos se asustaron al verme y el otro se quedó en medio de la calzada lavándose la barriguita. me recordaron a los dibujos de tom y jerry que nunca me gustaron, porque tom siempre salía perdiendo y me daba mucha penita; me caía realmente mal ese ratón estúpido, al igual que todos los demás dibujos en los que siempre había alguien que terminaba mal. el correcaminos era el que peor me caía y nunca era capaz de mirar esos dibujos porque siempre me daba rabia verlo y oír ese ruido repetitivo y maquiavélico que hacía, ese bip bip que se enrrollaba a mi sien asfixiando toda mi paciencia. siempre tenía la esperanza de que algún día el correcaminos dejara de correr, que se tropezara y se terminara todo, que el coyote lo atrapara, pero nunca era así. una vez un amigo mío se vino a mi casa y estuvo viendo el correcaminos todo el día, sin despegarse del televisor. era un obsesionado del correcaminos y yo nunca lo entendí. se pasó unas ocho horas viendo cómo el correcaminos huía del coyote, riéndose de este cada vez que fallaba en su intento. de ese día yo sólo puedo recordar que el coyote quería levantar una piedra con un palo para tirarla al correcaminos desde lo alto de una montaña en medio de un desierto, y el palito se rompió y se le cayó a él mismo la roca, y el correcaminos pasó riéndose de él, con aires de grandeza. y así siempre. por eso nunca me gustó ese dibujo. hoy me he dado cuenta de que hay tantas personas que pasan por nuestra vida y ni las recordamos. creo que si tuviera que contar todas las miradas que veo al día llegaría a cientos, y siempre al final del día intento guardar esas caras en un cajón, aunque con el paso del tiempo se acaban desgastando del olvido, tan sólo existen por fracciones de segundos. voy a terminar diciendo que es verdaderamente imposible encontrar a alguien que esté siempre a tu lado, a alguien a quien querer, a alguien que te quiera por encima de todo.