02 diciembre 2007

Son mis vacuos ojos espejos de plata en la noche moribunda,
Son mis palabras inasibles flores marchitas de papel,
Mi cuerpo un ranúnculo olvidado en el subsuelo,
Mi cabello serpientes que hieren mi razón.

Palpita la mirada al son de los latidos,
Me vuelvo transparente cuando no brilla el sol,
Son mis versos claveles oxidados
Que mueren en la noche, que mueren sin morir.

Laberintos punzantes hieren mis pies al andar,
Caminos con escarpias se extienden en mi delante,
Demonios que respiran todo mi ser y mi voz
Me ahogan en sus brazos, me funden en su ser.

Mi cuerpo entero es un lienzo arañado por el tiempo,
Un cuadro monocromático que vibra sin parar,
Un pétalo volátil que desfallece en el aire,
Un débil esqueleto rasgado por el viento.

Oh, abrasador destino,
crepúsculo maldito y lacerante,
¡ malditas flores muertas que avivan
esta ilusión que tanto me hostiga !

2 comentarios:

©Claudia Isabel dijo...

Amiga, fuerte el poema! visceral...a mi aveces me jode la ilusión, es un arma de doble filo, no?
Te mando un beso.

ovario dijo...

un paso más un acto menos....molas un cojón silvia jeje.