10 marzo 2014

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dejo correr los dedos
por la pendiente donde desciende la sangre.
hay un río cuesta abajo
abriendo la herida sin piel,
sin más sueño que la muerte.

los dedos arrancan la piel,
raptando bajo el tejido sin nervios
porque los nervios consumieron el hambre,
el hambre sin estómagos donde arrojarse.

cuesta abajo también hay una fuente
donde beberán los corzos,
donde llorarán ojos sin párpados
donde podré hundir mis dedos
bajo la piel sin tejido 
bajo el hambre devorada por mi hambre.

el corzo se desangra cuesta abajo,
mi hambre bebe de otra sangre que no es suya.

bebo sedienta de un río sin agua,
mi sangre sin sustancia es fuente de otra sed.

las ventanas se abren
sobre la colina siempre temblorosa
y siento como sigue lloviendo cuesta abajo
sueño tras sueño descargado de otros sueños.

corren mis dedos sobre el mar herido
las amapolas abren de par en par las compuertas
que se desangran hasta el océano
que hay más allá del agua de la vida

más allá de sí mismo
pendiente abajo,
donde descienden los sueños nunca soñados.

la muerte entre los dedos se evapora
y es el hambre que hay más allá 
y más allá hay otra sangre bañando mis ojos,
esos sin nervios ni hambre ni sangre.