23 abril 2012

me duelen las amígdalas. a lo mejor no tenía que haber tragado tres cubos de hielo. ¿lo hice? ah, no sé, solo recuerdo que me habían cerrado la puerta en las narices, luego bajé a un andamio sucio y ahí estaba mi musa, desnuda, mostrándome sus pechos de agua estancada: la puta inspiración. la habría abierto de piernas, sacudido y esperado a que soltara algo de su vientre, pero se me congelaron los músculos. las manos se quedaron quietas, pegadas a las piernas. no puedo dejar de recordar ese útero deforme, la mierda de rutina, o cualquier cosa que me devuelva a mi cama llena de recortes de periódicos, con letras en cursiva y pegamento barato de sesenta céntimos, para hacer un collage que ponga RIDÍCULA HUMANIDAD y enviarla a los ministerios del mundo, esperar la noticia por televisión con una botella de cerveza en una mano, y...


y...

nada, esto es absurdo. 


ridícula yo: no puedo combatirme si no quiero.