26 noviembre 2011

Por la televisión, siguen intentando hacernos creer, de una manera cada vez más ridícula, que esto es la democracia, que el bienestar del pueblo es lo primero. Más allá de esa pantalla, aquí, la realidad es otra: recortes sociales, recortes y más recortes. ¿Para qué invertir en educación? Nos interesa una sociedad elitista: que los ricos puedan formarse, y los pobres asuman su condición de perpetua ignorancia...¿Para qué invertir en sanidad? Nos interesa que sólo los ricos puedan acceder a servicios sanitarios, y que los pobres se mueran con el primer golpe de gripe, como en la edad media. Esto es retroceder, retrocedamos, pues, ocho siglos atrás. Qué triste porvenir nos espera. Mientras tanto, en las tiendas siguen creciendo el número de clientes...No, es más, nunca ha dejado de crecer. En las grandes rebajas se verán más personas que en cualquier manifestación por nuestros derechos. ¿Derechos? ¿Qué es eso? Eso es pura privatización. Pronto, respiraremos un aire con impuestos, y tal vez haya asfixias masivas, de pobres trabajadores que no podrán pagar el oxígeno. Entonces, quizás despertemos, tras una hipoxia prolongada, e incubemos en generaciones futuras un nuevo mundo, y nos sacudamos de esta pereza crónica...Hay que aplastar al que nos está aplastando desde allá arriba.

Bah, utopías.