14 febrero 2011

Querido doctor,

Huele a morgue y a primavera anticipada. Siento que mis días se han convertido en instrumentos quirúrgicos, y mis sentimientos en salas de autopsias donde cada instante me despiezo más y más. Hoy me siento agitada, pero mi carne se ha vuelto frágil. Me miro al espejo y me toco la cara. Es un gesto necesario para comprobar que el tiempo no me ha paralizado aún. Siento una piel desesperada, a punto de plegarse sobre sí. Escucho ópera desnuda, aunque fuera hace demasiado frío. Pero he adelantado las estaciones; bajo mis carnes hay una hoguera turbia. Extraigo de todo esto una sensación de absurdo placentera. Están a punto de dar las siete. Llevo llorando siglos, porque mi árbol se ha secado. No lo he sabido cuidar. Esperaba que en marzo se llenara todo de flores púrpuras, pero en su lugar habrá un gran campo lleno de estiércol. Aquí no podré volver a plantar nada, nunca más. La humanidad, con su vómito cósmico, me está doliendo demasiado. La debilidad de mis instintos se cuaja en la ventana cada noche, pero por la mañana entra por la ventana, se confunde con el vapor del café caliente, y me acabo tragando toda esa necesidad ridícula de echar de menos a alguien. Me siento tan sola, edificando mi autoestima sobre estos cimientos en putrefacción. Doctor, hoy le echo de menos. Saboreo esta nostalgia y siento como se derrite sobre mi lengua como un copo de nieve. Una marea agrieta mis mejillas. No puedo más.

1 comentario:

Eu. dijo...

Draga pacienta, deschide fereastra si trage aer in piept! Ti-a murit o planta/copac? Si mie mi-a murit un bonsai. :)) Nu ne pricepem sa avem grija de plante. Asta e!
Y si, se puede!