13 junio 2009

Summer time is here, kiddies

Yo soy el batiscafo que se pierde en tus mares que son mis mares, que si yo fuera tú y tú fueras yo, tú serías tú y yo sería yo. Eres tú quien se perdió en mí o soy yo quien se perdió en ti, o ambas somos la misma y ni tú ni yo nos conocemos. Desconocemos. No me importa, no quiero brújula alguna, quedémonos donde estamos las dos, una en el interior de la otra y ninguna en sí misma en realidad y a la vez en su propio yo, tú en ese espejo al que miro sin mirar, y yo sobre estas baldosas que me hacen cosquillas en los pies con su textura que me recuerda a un miriápodo. Cientos de miriápodos corriendo por mis pies como si estuviera reviviendo una lejana sinfonía. El corazón me sabe delicioso de repente, tengo en la punta de los dedos los espasmos de mis muslos pegados como estalactitas a sus yemas, los ojos me tiritan como si fueran platillos volantes y empiezo a notar en el paladar ese sabor a clímax que me eleva al paraíso entre sus filamentos melódicos. El verano tiene una sonrisa nauseabunda, todos quisiéramos huir de sus tentáculos incandescentes que nos atraviesa todo el cuerpo como unas lenguas llameantes, como unos caracoles que segregan por sus antenas el infierno, todos quisiéramos huir de este calor, pero hay algo que a la vez nos ata aquí, una inconsciencia mordaz, el retorcido vicio de desgastarse en lo mismo. Antítesis. Venga, volemos lejos de este verano, vamos a arrastrarlo hacia ese lago de serpientes para que lo conviertan en algo invernal con extremidades de reptil que se deslice como una lombriz entre los surcos de las distancias, o cualquier otra cosa menos este ardor que se pega a mí y se funde en mis horas como si fuera plastilina. Vamos a triturar el verano entre nuestros dientes hasta que no quede nada de él. Soy capicúa, de repente vuelvo a ser lo que fui ayer, estoy encerrada en ese círculo de ser y no ser, no ser y ser, ser y volver a no ser, no ser y parecerse a algo que es, que se es. Hagamos un viaje, señor Sol, tengo aquí una nave espacial, una canción que en mis oídos está hilvanando nuestro Edén, vayamos ahí, sí, mi querido Sol, que esta canción es mi éxtasis, nuestro éxtasis, la píldora mágica de nuestra felicidad. La nuestra, la mía, la tuya. Ay no, prefiero largarme sola, a este sol le hierven las arrugas, ya es decrépito de tanto brillar en este hoy que tanto parece todo menos hoy. Todo se parece a otra cosa menos a lo que es, presiento que esta noche se va a evaporar como si fuera una nube en la bóveda de mi tiempo, mi pulmón izquierdo es de asfalto y se derrite en mis latidos para poder ser sístole, y mi pulmón derecho de repente es de un material elástico que pugna por poder ser mi diástole. Y yo, mientras, retrocedo en mis relojes y me congelo en esta frase, como si nada hubiese pasado.