30 junio 2009

el albor la llama que flagela el entresijo de tu mañana
no me rindo ni tú desapareces, seguimos aguardando el final
mientras la luz la inquietud del alba esconde.
sabemos que estamos aquí por azares del tiempo,
infortunios del cielo, deseos del infierno.

dios nos posee en sus manos terrosas,
tu piel y mi piel nos conjugan en desastres,
dios no está y nunca estuvo,
no es más que un pretexto sacado del abismo
que en todos humanos subyace al miedo.

el ocaso la hoguera que no apagaste en tu sed
seguimos aquí maniatados al destino,
mientras la oscuridad la quietud de la noche esconde.
sabes que este será mi final, y yo sé que será el tuyo,
pero nunca sabremos por qué.

dios que encarna el dolor y la muerte,
los diablos que danzan burlando la muerte,
en este anfiteatro de arenas malditas
volvemos a mezclar lo mío y lo tuyo,
volvemos a pecar de virtud y pureza.


1 comentario:

desordenada dijo...

tengo ganas de ir a madrid sólo para abrazarte por haber escrito este poema.