a veces miro los carteles publicitarios cuando vuelvo de la escuela en bus. los clasifico automáticamente echándoles encima cualquier adjetivo que se me pase por la mente en ese momento, aunque siempre me parecen todos iguales. los carteles de las carreteras son feos, desagradables y bastante absurdos, y no hay ninguno que realmente llame la atención, y la verdad que prefiero mirar otras cosas, como por ejemplo los coches que pasan al lado o el cielo o los árboles, aunque estos tan polvorientos y secos me dan mucha penita. hoy se sentaron delante en el bus dos chicas alemanas que hablaban sin parar y aunque no entendía ni mu me parecía hermoso escuchar algo sin comprender absolutamente nada. el momento que más me gusta del trayecto en autobús es cuando nos acercamos al aeropuerto y pasamos al lado de una pista de aviones. no hay día que no pase un avión encima de mi cabeza y se ven tan lindos esos cachos de carne metálicos soldados tan bien entre sí, les brillan las pancitas y pasan como sonrientes aún cuando el día es nublado, y en ese momento que el avión deja posar su sombra sobre el asfalto me siento tan bien. y es tan bonito volver de la escuela en autobús oyendo música, yo creo que es de los momentos más bonitos que hay durante el día. me dió hambre de chocolate y me parece que escribir es una cosa un poquitito fría y nada complaciente, sí, lo noto, perdí talento y ya no me leo como antes al publicar la entrada así que si tengo fallos o algo de eso me lo disculpen porque no reviso mis textos ya porque no es el tipo de cosas que a una le gusta leer después de escribir cosas así. y falta poco para que vaya a dormirme así que iré a empezar a tejer mis sueños despacio y de buena manera. fin.