12 febrero 2009

he pensado que por no gustarle a un cretino no me voy a morir. además, me enfadé conmigo misma por llegar a pensar que no soy nada sólo por no ser nada para él. tiene gracia, cuando nos gusta alguien nos autodestruimos como nunca por su indiferencia, y por una milésima de segundo que nos mire o hable el mundo entero cobra sentido, y un huracán de alegría nos engulle por dentro. pero creo que es una tontería mayúscula, esta clase de sentimientos no son recíprocos. es decir, ¿por qué sufrir si no soy sufrida? ¿por qué sentirme tan insignificante a su lado, por qué minarme como persona cuando él ni me piensa siquiera? ahora mismo, mientras estoy haciendo un esfuerzo inhumano por convencerme de esto, él está a decenas de kilómetros de mí, viviendo ajeno a mis sentimientos, como si no existiera para él. soñando cualquier cosa, menos conmigo. o estudiando sin siquiera relampaguearle por la mente por un instante mi presencia, como me pasa a mí. nada de eso, yo estoy fuera de su órbita, lo sé. y en este atisbo de razón que no sé lo poco que durará, estoy dándome cuenta que verdaderamente el amor es cosa química, nada profundo. al menos en este caso. sólo así me explico el hecho de querer a un idiota que nada tiene en común conmigo y que, además, alguna vez pudo llegar a ser el prototipo de chico que me cae mal. pero qué digo, si ni le conozco. no sé sus aficiones, o las pocas que sé nada me llaman la atención. es un chico corriente, del montón, pero aún así especial para mí. sí, el amor es sólo química. porque esa vez que lo tuve tan cerca de mí sentí algo por todo el cuerpo, será que esas hormonas que dicen los científicos que se encargan de la atracción física, tienen un radio en el cual actúan en todo su esplendor. y esa vez sobrepasaron todo lo científico y rebasaron la frontera de lo usual. ahora digo esto, pero en cuanto se evaporen de mí estos juicios, volveré a sentirme miserable por un ser que no comparte conmigo ni una milésima de su vida. pero esta soy yo y no pienso cambiar jamás. es de risa sentirse menos por alguien para el cual ni siquiera eres menos, sino que eres menos de lo más menos que puedas ser para tí. en cambio me llego a sentir fea, gorda, estúpida y todos esos adjetivos que a más de uno se le cruzan por la cabeza mientras se piensan a sí mismos tras un fracaso amoroso. es algo usual que pase esto, pero, ¿con qué derecho vengo a juzgarme por una cosa así? sí, me carga un montón sentirme así. y si tú que lees esto también te sientes menos por no gustarle a un/a idiota es que el/la idiota eres tú. yo soy mi propio mundo y mi propio creador y destructor; no puedo dejar que otro ocupe ese cargo. además, si lo tuviera delante, tendría tres posibilidades para decirle lo que siento. caso I: me moriría en tus ojos para que al mirarme pudiera ver en mis ojos reflejada tu cara y me hundiera en tus pupilas para recorrerte la piel entera. caso II: me pones, me gustaría que me follaras y despertarme al día siguiente abrazada a tí. caso III: - . como es de obviar, me quedo con el caso tres, no le dirigiré la palabra, pero si pudiera decirle algo, le diría el dos. entonces creo que el sufrimiento me sobra, y aunque me haya dado cuenta de ello, me cuesta sin embargo sacarlo de mí. soy imbécil. por un rato exiguo de mi existencia logro darme cuenta de lo estúpida que soy. tengo una cierta dependencia emocional; es algo ineludible, por desgracia, y por mucho que intente presionarme para tener autosuficiencia afectiva, no lo logro. tal vez porque soy humana, esa será la explicación de todo esto. tal vez porque seamos tan complejos que ni nos demos cuenta de lo que nosotros mismos sentimos, y nos lancemos al auto-aniquilamiento sin pensar en el por qué de todo. el amor es cosa estúpida, pero necesaria, y también lo más doloroso que pueda haber. yo, mientras tanto, acostumbrada a ese dolor un tanto repetitivo ya, seguiré en esa espiral que de vez en cuando me arroja de su vientre a la realidad, aunque en la mayor parte del tiempo me mantenga encerrada tras las rendijas de la fantasía. hasta que un día me canse y decida no sentir más nada, aunque sé que ese día, por desgracia, nunca llegará. ahora mismo estoy perdiendo el tiempo. lo sensato sería levantarme en este mismo instante de la silla e irme a estudiar. y, por una vez, seré sensata. aunque la sensatez sólo me dure media hora más, pero por eso mismo, lo más prudente sería irme ahora mismo, antes de que borre todo lo escrito y lo sustituya por unas lamentables y deprimentes palabras de desconsuelo típicas de las chicas desilusionadas y dolidas por el amor. pero en todo caso, yo siempre volaré, con o sin él.