05 enero 2009

naproxeno

hoy estuve hablando con dios. me viene la fe a ratos. me hace sentir bien. es el único ser que supongo que me escucha en silencio sin juzgarme. terminé mi trabajo aeroespacial. no siento satisfacción alguna. son tan terrenales los días como estos. padezco insomnio. estoy oyendo música noventera. seventy four seventy five. me siento cansada. como muy vieja. corto a tijeretazos todo esbozo de optimismo. será algo espontáneo, muy mío, lo sé, no puedo frenarme, tengo una propensión demencial al sufrimiento. la monstruación me hace llorar jirones de angustias. ay, se me durmió el pie derecho y parece como si el ombligo me colgara hacia abajo y se sostuviera sobre el resto de la carne con un imperdible enganchado a los músculos abdominales. tengo una rabia volátil. respiré la realidad en exceso y ahora tengo los pulmones algo arrugados. leeré a cioran antes de acostarme. llegará, sé que llegará. pateé el amor y lo tiré a un charco viscoso, ahora no hay quien lo saque de ahí. está bien, lo reconozco, es al revés: fue el amor el que me pateó a mí, y no al revés. cuando sueño me proyecto sin temores, lo malo es que son sólo eso, sueños. bueno, al menos me consuela saber que hay unas seis horas al día en las que me proyecte totalmente el inconsciente. la vanidad me abandonó, la necesitaba para vivir un dos por ciento mejor conmigo misma. pronto me tocarán los exámenes. se acercan como gérmenes, un antiséptico contra ello es la ambición, por cierto algo mutilada por mi hastío. pero que no venden ambición en frascos ni en las farmacias de la conciencia. no tengo ganas de nada. me espanta la nada. digamos que ya es martes pasadas las doce. desearía que las vacaciones durasen una eternidad. y qué, lo eterno también caduca como la vida misma. el reloj avanza, se cambió la canción, sé que después de esto dormiré despierta. esta vez no me apetece nada. absolutamente nada.