hoy el llanto se convirtió en fiebre y nos enfermó a todos de rutina aguda, lloramos demasiado una y otra vez, lloramos un llanto y lo relloramos hasta que se convirtió en harapo y ahora nos vestimos de llantos raídos y desgastados que ya no son llantos, sino andrajos polvorientos de ríos macilentos que afilan sus uñas en nuestras mejillas. daría tanto por llorar de nuevo, pero llorar llorando de verdad, extraviarme a posta en los demás llantos para fingir no tener llanto y que alguien me preste el suyo por lástima, y unirlo a mi llanto para que este tenga de quien arrancar lágrimas cuando se quede sin ninguna.
el cansancio se convirtió en una bolsa estomacal que ingiere el sueño despedazándolo de sus huesos. las horas se me quedan cortas, tienen un diámetro de un milímetro elevado a menos cinco mil millones y se salieron de mi órbita temporal, dejando aquí sólo sus proyecciones famélicas que casi no aguantan de pie. maldita sea, maldita sea todo.
me espera el viento afuera, por hoy le dejaré que sea él quien lleve mis venas para librarme de todo ese peso de glóbulos henchidos a fatiga, me quedaré sin ellas durante un par de instantes, tal vez años, decenios o milenios.
demasiado efímero se me quedó este tiempo.
el cansancio se convirtió en una bolsa estomacal que ingiere el sueño despedazándolo de sus huesos. las horas se me quedan cortas, tienen un diámetro de un milímetro elevado a menos cinco mil millones y se salieron de mi órbita temporal, dejando aquí sólo sus proyecciones famélicas que casi no aguantan de pie. maldita sea, maldita sea todo.
me espera el viento afuera, por hoy le dejaré que sea él quien lleve mis venas para librarme de todo ese peso de glóbulos henchidos a fatiga, me quedaré sin ellas durante un par de instantes, tal vez años, decenios o milenios.
demasiado efímero se me quedó este tiempo.