hoy nevó mucho mucho y me sentí muy bien, parecía que el cielo era un enorme molino que iba triturando las nubes para convertirlas en harina blanca que cubría todo y le daba un aspecto mágico. cuando salí de la escuela por un rato estuve caminando bajo la nieve mientras los copos me caían en los hombros, cabeza y pies y aunque no tenía guantes iba cogiendo la nieve acumulada sobre los coches haciendo bolas con ella y aplastándolas hasta que se helaban, y ese tacto que no sé ni cómo describirlo me recordaba tanto a la infancia, evocaba un recuerdo como si al rozar la palma de la mano abriera los compartimentos de la memoria donde están recuerdos de días invernales muy lejanos. nevaba mucho cuando era pequeña, aquí en madrid no nieva casi nunca, por desgracia. luego volví de nuevo a la escuela y me dió mucha alegría ver a los demás jugar con nieve, tirándose bolas los unos a los otros como si fueran niños chicos, parece como que la nieve nos envuelve de felicidad y nos arranca sonrisas de los adentros, y me recordó mucho a cuando era pequeña y jugaba en la nieve con mis amigos y hacía muñecos de nieve y tenía un trineo que aún recuerdo como me llevaba del polo norte al polo sur en unos instantes. sí, lo que más me gusta de cuando nieva es que me siento bien. hay quien me está enamorando, bueno, enamorando es en realidad un eufemismo en este y muchos otros casos en los que uso esta palabra, lo hago más que nada por pura costumbre y constancia, no sé, no sé que nombre ponerle a esa clase de sentimientos fugaces que supongo cualquiera los tendrá alguna vez y sin saber cómo explicarlos acaba por decir que está enamorado, aunque luego más tarde se dé cuenta de que no es así, pero lo dice por decir, porque supongo que esa palabra la usamos deliberadamente sin siquiera saber lo que significa realmente hasta que finalmente sentimos aquéllo que enamoramiento significa, definido por cualquier diccionario sentimental. bueno pues intentaré definirlo así para no usar esa palabra y estar equivocándome semánticamente hablando. hay instantes cuando alguien que está tan cerca y sin embargo se vuelve kilométrico a tus posibilidades, y lo ves como se va alejando cada vez más hasta parecer que nunca estuvo a tu lado y de repente te da una tristeza repentina que te asusta. una tristeza brusca que te espanta los huesos. lo peor es que no sólo ese que está cerca se vuelve kilométrico, sino ese, ese y ese otro también, todos los eses que haya en el mundo. yo soy un imán para los infortunios, me odio por eso, parece como que entera soy un puzzle y siempre hay alguna pieza que me falta, digamos ahí donde estén los sentimientos, metafóricamente hablando el corazón, y soy un puzzle incompleto que parece que siempre estará así, sin la pieza en forma de corazón que complete el puzzle. estoy oyendo una canción muy bonita que me gusta mucho de the shins que se llama gone for good. como hoy es viernes intentaré hacer una desconexión emocional de todo el mundo externo. o bueno así trataré.