no sé qué es más hiriente,
si cuando me miras con indiferencia o cuando no me miras.
te quiero.
tal vez sea un intento, invento o imprudencia mía.
o qué sé yo,
una manera burda de lanzarme al vacío.
pero te quiero y me importa un pito el por qué,
me importa un bledo si no te quiero en realidad
y seas sólo un arranque de algún anhelo,
me importa un pito que me dobles en edad
o que tengas la panza como un arco de circunferencia,
o que verte sea gastarme como un calendario,
y que tus ojos níveos me irriten el corazón cuando se desvían de los míos.
qué más me da a mí que uses esos zapatos,
o que al hablar me hundas en tus palabras,
o que de repente al acercarte
me encuentres moliendo con los dientes
los nervios adheridos al paladar,
o que un buen día te hagas viejo
y que te abarquen las arrugas
tu rostro de años voraces,
tu rostro de cansancio.
si yo te quiero,
qué me importa si mis ojos
estén cansados de exprimir los paisajes de tu piel,
de recorrrer la topografía de tus huesos,
de llorar la ilusión hasta cuando se cierran.
qué más me da si tú jamás me querrás
y cuando todo esto acabe,
y el dolor se vuelva ceniza y la ceniza se lance al vuelo
y sólo quede un rastro de su polvo,
y pueda encontrarme a mí misma
delante de un espejo
mirándo con asombro mi cara envejecida
de días enterrados en ataudes sin sombra,
entonces ya no existiré para tí
y habré muerto como un náufrago en un mar de cemento y sal.
y si por fortuna acabo siendo un telón cerrado dentro de tus tragedias,
una compuerta oxidada de las miles de compuertas en las que guardas el peso ajeno de tu pasado,
entonces al menos seré algo, aunque sea un pálpito baldío.
mientras tú te alejas de mí con el galope de un ciervo,
y te desapareces y te apartas de mi camino,
me voy quedando en tí,
al menos para consolarme,
sabiendo que cuando ya te hayas ido,
habrá algo dentro en tí que aún pueda recordarte,
sin que lo sepas nunca,
que fuiste un día más que una presencia vana para mí.
o qué sé yo,
una manera burda de lanzarme al vacío.
pero te quiero y me importa un pito el por qué,
me importa un bledo si no te quiero en realidad
y seas sólo un arranque de algún anhelo,
me importa un pito que me dobles en edad
o que tengas la panza como un arco de circunferencia,
o que verte sea gastarme como un calendario,
y que tus ojos níveos me irriten el corazón cuando se desvían de los míos.
qué más me da a mí que uses esos zapatos,
o que al hablar me hundas en tus palabras,
o que de repente al acercarte
me encuentres moliendo con los dientes
los nervios adheridos al paladar,
o que un buen día te hagas viejo
y que te abarquen las arrugas
tu rostro de años voraces,
tu rostro de cansancio.
si yo te quiero,
qué me importa si mis ojos
estén cansados de exprimir los paisajes de tu piel,
de recorrrer la topografía de tus huesos,
de llorar la ilusión hasta cuando se cierran.
qué más me da si tú jamás me querrás
y cuando todo esto acabe,
y el dolor se vuelva ceniza y la ceniza se lance al vuelo
y sólo quede un rastro de su polvo,
y pueda encontrarme a mí misma
delante de un espejo
mirándo con asombro mi cara envejecida
de días enterrados en ataudes sin sombra,
entonces ya no existiré para tí
y habré muerto como un náufrago en un mar de cemento y sal.
y si por fortuna acabo siendo un telón cerrado dentro de tus tragedias,
una compuerta oxidada de las miles de compuertas en las que guardas el peso ajeno de tu pasado,
entonces al menos seré algo, aunque sea un pálpito baldío.
mientras tú te alejas de mí con el galope de un ciervo,
y te desapareces y te apartas de mi camino,
me voy quedando en tí,
al menos para consolarme,
sabiendo que cuando ya te hayas ido,
habrá algo dentro en tí que aún pueda recordarte,
sin que lo sepas nunca,
que fuiste un día más que una presencia vana para mí.