no me gustan las abreviaturas. nos llevamos mal desde siempre, y ni siquiera cuando tomo apuntes en la facu nos damos tregua alguna; sólo en casos extremos estoy dispuesta a usarlas, pero ni así. me dan malas vibraciones, no sé, acortar las palabras sin pedirles permiso me resulta algo cruel, fragmentarlas en cachos y separar las letras las unas de las otras me parece casi inhumano. bueno, está bien, no voy a dar vida y sensaciones a las cosas inertes. me pesan como si no me pesaran las ausencias hoy. quiero despedirme de mí para ver qué se siente al verse uno a sí mismo como desde fuera y que el yo que mire se refleje en sus ojos y se sienta desconocido, ajeno a su propio cuerpo, más parecido a ese otro que es él mismo sin saberlo. adiós, me voy volando de manera extraña hoy. en cuanto me disgrego desaparezco en una porción pequeña y en otra me quedo a pedazos, que uno por uno se van consumiendo por separado. por eso, todo me pesa menos hoy. las ausencias, el peso, todo. me mudo de cuerpo y de órbita. soy yo sin mí, pero no sé cómo. mientras tecleo esto noto cosquillas en el sistema nervioso. no me importa nada de lo que esté escribiendo ahora mismo. hola, noche de noviembre, creo que eres demasiado bella para esta humanidad mortal, si tú lo quisieras, podrías partir la tierra entera a pedazos con sólo soplar, pero mejor entreténte en quebrar con tu aliento los malos sueños que puedan acecharme hoy.

¿como sería que de repente me volviera una distancia?

yo soy de ese montón que no se resigna a morir infelíz.