delante de un teclado pierdo expectativas y de la pelvis para abajo ya no me siento. desearía tener un escritorio climatizador con unos miniradioadores que lanzaran para abajo calor para descongelarme los pies. a mí me gusta más decir pieses en plural. tengo ganas de limarme las uñas y mirar libros de fauvismo e imaginarme que soy cualquier cosa de ahí, algo bidimensional con olor a pintura que se mueve cuando nadie mira. en realidad nunca me limo las uñas, pero hoy en el tren ví a una mujer con uñas muy grandes, circulares, algo pavorosas y seductoras a la vez que me inspiró eso. ya no hago más dicotomías entre la realidad y el sueño, se solaparon los dos y ya están girando en la misma órbita. hoy las lluvias reventaron hartas de sí mismas. no sé porque cada vez que estoy sóla me da por recordar películas de terror, y me entra miedo y enciendo la televisión y abro las ventanas para sentirme afuera. él me gusta, es algo camp, pero especial. es un chico bien que tiene algo que me gusta. de lunes a viernes. los sábados y domingos se reduce, pero en un porcentaje ínfimo. estas cosas no me hacen mal. el dinosaurio azul del click del ratón me sonríe desde la pantalla. estoy harta de la televisión que enseñan torturas todas las tardes de fines de semana, me refiero a esos putos que echan torturas de toros y lo ven como algo normal que no hiere la sensibilidad. putos de mierda. experimento un cambio interno que en realidad nunca dejó de existir. estoy hablando sin parar y soy algo espontánea ahora mismo. me quemé la lengua con sopa y ahora me duele demasiado. me siento como nunca porque es la primera vez que vivo un uno de noviembre de dos mil ocho. hoy todos los ruidos fueron demasiado grises. pero no puedo negarme siempre a las cosas que no me gustan. voy a estirar los brazos para arriba y espero no toparme con nada extraño. ya acabo.
