03 octubre 2008

me estoy difuminando en forma de palabras sobre un papel rosa de cuadraditos y me pongo a maquillar los párpados de este día que está siendo un poco gris. me da que hoy soy de plastilina. me pasa a veces. de pequeña me obsesionaban las escaleras mecánicas y cada vez que veía alguna subía y bajaba continuamente. pero ya me caen un poco mal. ahora ya todo el mundo tiene una fijación con las escaleras mecánicas. la gente adora las escaleras mecánicas, pero a mí ahora me parecen aburridas y repetitivas las escaleras mecánicas. hoy el metro estaba iluminado por una bombillas de criptón y me sentí como en un casting para un musical de bajo presupuesto, y encima olía a algo parecido a un almacén de caracoles. pero luego el aire se comió mis pensamientos y me quedé como embobada mirando un cartel publicitario donde anunciaban, casualmente, escaleras mecánicas para el hogar, y me dió un poco de rabia al sentirme perseguida por esas escaleras mecánicas que tanto adoraba antes, y que ahora se me figuraban como cintas deslizantes perversas y amargadas. y delante mía, un señor conocido por ganar diez años consecutivos el primer premio del concurso mundial de bigotes parabólicos, sonreía como un estúpido al ver el cartel publicitario. en ese momento me levanté y me bajé del metro. pero al salir afuera, me encontré con un montón de hilos gruesos que pendían del cielo. me acordé de esos cuentos en los que las princesas tiran sus trenzas por la ventana para que el príncipe se suba y decidí trepar por una de esas cuerdas hasta que llegué a las puertas de un cine en el que estaban proyectando una película muda en blanco y negro sobre un viaje intergaláctico. ahora sé que lo que más me gustaría en este instante es ser un planeta. ya.

anoche morfeo me fue infiel y hoy se va a enterar.