13 abril 2012

Carne triturada
en ojos que se quiebran
y trituran más carne aún.

Uñas que se rompen
clavándose en hermosos traseros
de cinturas que se contonean rebosando
flujos.
Dame de libar de esos muslos,
mi única salvación ante esta tempestad:
otra marea de muslos
que se rebelan contra los músculos
de contracción/relajación.

Cabezas que explotan:
insomnio.
Siento los ojos chorrear aceite
que lubrican asfaltos enfermos.

Doctor doctor no duermo nada bien últimamente.
A lo mejor esa es causa de mi empeoramiento
del
estado
mental
o sea,
ese estado semiconsciente de algo constante
que luego se derrumba para ser el contrario.
En esa antítesis del ser, no ser
soy de esos polos opuestos,
me arranco los brazos a cada parecer.

Alcohol y más alcohol,
lenguas que se enrollan a la mía,
dolor de cráneo crónico:
estoy empezando a notar cordura
saliendo como torrente de sangre
por las cuencas de mis órbitas.
Ya es de madrugada,
me veo a mí misma desnuda en una cama
durmiendo sin soñar
soñando que yo sueño:
no soy esa yo, mi yo está arrancándose la carne
para arrojarla a otra carne inquieta.


Tengo sueño, me voy a dormir.
Sabe usted,
el humo de tabaco es tóxico.
Deme fuego, me comí las cerillas
pensando que eran piruletas.
¿Qué?
A dormir, Silvia, vete a dormir.


Empiezas a desvariar.
Blablabablalablablabla
Todo es una mierda
así como aspirada de
blablabla voy a dormir.

Buenas noches.