01 agosto 2011

me tiemblan las extremidades. siento una debilidad como de hambre, como de estar cayéndome a cachos que se quedan bajo los pies y me hundo en ellos. ayer salí en medio de la humanidad, tuve curiosidad por ver si era capaz de integrarme como hacía antaño. me costó, pero al final, los acabé viendo a todos como extrañas piezas de ajedrez moviéndose en líneas oblicuas, como un enredo de figuras geométricas que rayaban el delirio visual. me parpadeaban las retinas y el ser me pedía ser como ellos. al fin llegué a casa y exploté, lloré todos los acontecimientos, hasta el olor a sudor de la señora de rojo que se me había impregnado en la nariz dos horas antes, lloré mi propia condición y la condición humana ajena, lloré el ser lo que soy sin ser nada y exploté. me habló la voz con sus órdenes absurdas, incoherentes, vomitó en mi cerebro su repetitiva frase y solo conseguí llorar. ahora sé que de alguna manera debo exiliarme en la autosuficiencia, en la naturaleza de lo etéreo, refugiarme en la belleza de las cosas y taparme los oídos durante un tiempo. debo.

3 comentarios:

despojada. dijo...

estaba pensando que deberías llamarme, porque del tercer mundo es muy caro, pero de tu mundo al mio no lo es tanto.

FrAn dijo...

Ajedrez... estrategia...

Sí, la sociedad es un engranaje y un juego. Es fácil ser una ruedecilla, es difícil ser una ruedecilla feliz...

Mar dijo...

Te tengo desde hace MUCHO en el blog, y me alegra volver a leerte.