Llevo coleccionando en mi corazón tantos sentimientos que siento que pronto me estallará encharcando mis pies. Pero no me importa. No me sorprende ya nada. Pero me duele, porque simplemente no sabría explicar como me siento en este momento. Es una especie de dolor y a la vez alegría, indiferencia y estupor. No sé, es una extraña sensación, necesito desmenuzarme y volver a formarme con pedacitos de nieve, flores de lila, olores a primavera...Todo cuanto conservo de mí perece en el mismo recuerdo volviéndose olvido. Autofagocitándose. A veces sólo necesito saltar a la comba, jugar a la rayuela y bailar en una noche de verano, guiada por el humo mareante de un dulzor nocturno que emerja del vientre de la tierra, de mi tierra, pasado lejano, futuro fugado, ilusión presente. Sólo necesito fragmentarme en mis propios días consumidos de alegría y volver a renacer cubierta con el polvo ceniciento del recuerdo perpetuo de mis pasos. Sólo quisiera colorear semáforos en el cielo, barquitos en el aire sobre hileras de sueños, versos sobre mis labios, sólo correr. Y antes de que anochezca y la oscuridad temible de esta realidad se cierna sobre mí, desearía besar con mi corazón este sabor a vida desdibujado sobre la sien de mi ayer. Sólo un segundo, sin regresar. Quizás así consiga hacer brotar de entre los entresijos de mi memoria algún recuerdo que me haga olvidar. O algún olvido que me haga recordar. No sé, no sé, no sé como explicar esto que siento en este momento. Pero me siento más libre que nunca.